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miércoles, 4 de diciembre de 2013
Sanidad y socialdemocracia
El otro día visité, en mi consulta del I.C.S., a un joven pakistaní de 19 años. Tenía una masa abdominal palpable de unos 15 cms. Su médico de familia le pedía una ecografía. Identifiqué la masa y descarté que tuviera relación con algún órgano abdominal: ni hígado, ni páncreas, ni riñones, ni bazo… Entonces solicité una radiografía de abdomen. El resultado me dio que pensar.
Se veía la masa, sí, por delante de la columna. El paciente tenía muy afectado el espacio entre la primera y la segunda vértebras lumbares y, sin entrar en detalles médicos, diagnostiqué un absceso prevertebral secundario a un mal de Pott. Me explico: hablamos de una tuberculosis ósea, que significa que la enfermedad ha ido más allá de la afectación pulmonar y se ha diseminado; se veía en la España de los años 50, cuando la tuberculosis adoptaba formas severas porque se encontraba fuera de control. Quiero recordar que en los 80, la Organización Mundial de a Salud (OMS) declaró la tuberculosis erradicada en Occidente, que ya hace años que nos encontramos con cada vez más tuberculosis traída por la inmigración pobre y que Occidente es uno de los culpables de la pobreza del Tercer Mundo.
La socialdemocracia tuvo su momento de esplendor al acabar la Segunda Guerra Mundial, cuando buena parte del continente debía reconstruirse. Uno de sus productos estrella fueron los estados del bienestar y la lucha contra las desigualdades sociales. Desde los 80 la socialdemocracia ha ido decayendo debido, entre otros, al peso creciente de la economía financiera sobre la productiva y a sucesivas crisis, así que la hegemonía ha pasado al centroderecha, Una de las consecuencias: los servicios públicos, como la sanidad, se erosionan. ¿Debemos consentirlo? No.
Si nos centramos en el tema que planteo, sabiendo que la tuberculosis es contagiosa y que a menudo no da sintomatología, resulta obvio que todo el mundo debe tener acceso a una sanidad gratuita. Si no, en lugar de que los inmigrantes hallen aquí mejores condiciones de vida, acabaremos todos viviendo como en el Tercer Mundo. Y moriremos de tuberculosis.
miércoles, 20 de noviembre de 2013
Niños en peligro
Los datos que facilitan los distintos organismos sobre los 2200 millones de niños del mundo son significativos. De cada 100 entre 0 y 18 años: 45 viven en países con conflictos bélicos, 33 sufren desnutrición, 20 consumen mucho alcohol, 10 hacen trabajos forzados, 9 son minusválidos, 3 no han ido nunca a clase y 2 niñas han estado casadas a la fuerza. Uno podría pensar que esto ocurre solo en el tercer mundo. Pues no.
En los EUA hay 16 millones de niños pobres, o sea 1 de cada 4, y en Europa el riesgo de exclusión social afecta al 27% de los menores de 18 años. En América Latina y el Caribe unos 6 millones de niños son víctimas de homicidios y la misma cifra sufre abusos, abandono y explotación. La situación infantil puede empeorar por causas que resultan chocantes en Occidente: la ablación de clítoris se practica al 70% de las niñas de Sudán, Eritrea, Somalia y Etiopía; en los países de la antigua URRSS el 40% tiene déficit de yodo; en China se ponen impedimentos a la educación de niños discapacitados; en Pakistán, India, Bangla Desh y Bután hubo el año pasado 32,6 millones de bodas de niñas. Además en todo el mundo están aumentando la pobreza, el racismo y la xenofobia.
Aun así la educación ha mejorado en todas partes, siendo la escolarización primaria prácticamente universal. Pero cuando el niño crece ve que pude ganar más dinero con el narcotráfico y la delincuencia que estudiando. En cuanto a las niñas la discriminación sexual se agudiza en casos de pobreza, dándoles un futuro de madres adolescentes analfabetas. ¿Qué hacer? Hay que invertir en educación, en salud materno-infantil y en sanidad. Deben fomentarse redes sociales que asistan esta infancia pobre y la protejan de la exclusión.
(Fuente: Raúl Camañas, ONU, Unicef, Save the Children, Eurochild, Médicos sin Fronteras).
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