viernes, 27 de junio de 2014

El recóndito poder de los miedosos

No tendemos a pensar que las personas miedosas o constantemente necesitadas de apoyo sean poderosas. En cambio, estas posturas desvalidas esconden a menudo una sofisticada técnica para conseguir aquello que se desea, sobre todo cuando uno no destaca por la inteligencia. Sin duda el poder tiene muchas caras.
      
 En nuestro mundo hay “malos”, y tienen mucha visibilidad por ser más mediáticos que los demás. Pero la gran mayoría somos buena gente, aunque nos movamos por intereses. Las personas asustadizas juegan 
egoistamente a manipular, y lo hacen con una clara ventaja: todos quieren protegerlas. Esto es debido al instinto materno-paternal, inherente a los seres humanos. “Pobre, es débil”, piensan, y se sienten terriblemente culpables a abandonarla a su suerte. “Vive para los demás”, explican, y no se dan cuenta de que estar pendiente de las vidas ajenas es la mejor manera de controlarlas. “Todos la quieren”, insisten. Cierto, porque los humanos somos crédulos y a menudo el árbol nos impide ver el bosque. Además, pensar da mucha pereza.

      Esta forma de ser es propia de mujeres (en un hombre quedaría poco masculina y nosotras somos mucho más retorcidas). Todos hemos conocido a una madre, suegra o vecina que hace y deshace a su antojo bajo aires de mosquita muerta. Debe entenderse que la mujer utiliza esta técnica porque es la única que tiene al alcance y, sobre todo, porque le funciona. A mí, sin embargo, cada vez que alguien (un hombre), me dice que su esposa es “muy buena, vive para los demás y todo el mundo la adora”, me entra el pánico. 

miércoles, 18 de junio de 2014

Una pincelada sobre Europa del Este

La historia creó una Europa del este y otra occidental. La cultura de Mesopotamia entró en Europa por los Balcanes. Sin embargo y a pesar de un reguero de cambios políticos, económicos y culturales, los países del este son aún la otra Europa, la pariente pobre, incomprendida e incómoda.
      En todo ese extenso territorio el denominador común es la extrema debilidad de las estructuras sociales, muy insuficientes para enfrentarse a la opresión política. Si le añadimos el estancamiento mental y económico y las migraciones, resulta un perfil nacional poco definido, con sociedades que cohabitan a copia de tensiones y etnias que sobreviven gracias a su fecundidad. Esta zona es todavía un polvorín de odios raciales, reivindicaciones históricas desfasadas, un gran retraso económico y una corrupción fuera de control.
      En Ucrania el colapso de una deplorable gestión gubernamental ha hecho estallar un buen número de pugnas (económicas, sociales) y la confrontación de grandes intereses nacionales con ambiciones personales y planes macro estratégicos de grandes potencias, como Rusia. Ucrania occidental tiene mayor diversidad industrial, pero carece de un mercado seguro como el ruso (sus productos no son vendibles a la UE, por calidad y gustos); mira a occidente, pero es una estafa, no es verdad. El ingreso per cápita de los ucranianos es de 3700€/año. El país necesita a Moscú para la energía y las finanzas, y las ideas de grandeza de Putin pasan por Ucrania, Bielorrusia y el Kazakhstan. Ucrania está pues ligada a Moscú, que la ayuda sólo si acepta sus condiciones, pero sueña con la UE, que le reclama una reforma a fondo de la administración pública y le impone un reajuste económico que la hará agonizar durante décadas. De Guatemala a Guatepeor. La resolución del conflicto es imprevisible en una zona donde las reglas del juego son las de la jungla.
(extracto de una conferencia privada del periodista de origen rumano Valentín Popescu)



jueves, 5 de junio de 2014

Amarga fruta dulce

Dos asuntos aparentemente sin conexión me han dado que pensar.
      El potente mercado de la fruta dulce de Lleida sólo puede vender el 29% de su producción en Mercabarna debido a la fuerte competencia de países como Sudáfrica o Chile (diario Segre, 17-5-2014). Eso sugiere que la relación calidad-precio es mejor en la otra punta del mundo que en casa. ¿Y los trabajadores? Hace muchos años que el Servicio de Ocupación de Cataluña y Unió de Pagesos se ven obligados a contratar a la inmigración, incluso en tiempos de crisis, porque nuestros parados prefieren cobrar un subsidio a ir a Poniente a recoger fruta. Y fuera de las redes legales, de mayo a octubre, pueden verse muchos extranjeros malviviendo alrededor de los campos; al alba se ponen en fila a lado y lado de la carretera con la esperanza de que un payés los elija y puedan cobrar un mísero jornal que les servirá para resistir hasta el día siguiente.
      Me compré un vestido de fiesta por internet. La web era española. Por un vestido de 78€, pagué 95 con la Visa por gastos de envío; tema cerrado: lo recibiría en 9 días. Quince días después reclamé por escrito y me contestaron desde el Reino Unido que el paquete estaba de camino. Al día siguiente recibí un extracto del banco con un cargo de 103€ por cambio de divisas de algún lugar de China. Cuando llegó el paquete, a los 20 días de mi pago, me reclamaron 27€ más por gastos. En resumen, un vestido de 78€ salía por 130€ y, lo que era peor, venía de la otra punta del mundo.
      Sólo quiero señalar que lo que consumimos debe ser de proximidad. No hay que comer nectarinas chilenas si tenemos en Lleida; no debemos desear cerezas en diciembre; no debemos comprar vino de Australia. Esos caprichos suponen un gran coste planetario: malgastamos energía en el transporte y contaminamos aún más el planeta. Y yo tampoco quiero un vestido de un país que no ofrezca unas condiciones dignas a sus trabajadores.
      Estamos tan inmersos en la globalización que hacemos las cosas por instinto. ¡Pues no! Reflexionemos antes de comprar y luchemos por el consumo responsable.