jueves, 16 de enero de 2014

Francia subvenciona las librerías

La ministra de cultura francesa se dispone a tomar “serias medidas” para paliar la pérdida de 10 000 puestos de trabajo y el 8% de caída de facturación del sector del libro. En la radio añadió: “Todo el mundo está harto de Amazon, que rebaja el precio de los libros, fijo por ley, y que ni siquiera cobra para enviarlos”. He aquí la cuestión. Dicen las malas lenguas que las compañías como Amazon, Google o Apple evaden impuestos, hecho no demostrado que, de ser cierto, tiene fácil solución. Los políticos sueltan frases del estilo “Queremos proteger la cultura” o “Todo el mundo tiene derecho a la cultura”. ¿Lo piensan de verdad? Porque portales como Amazon garantizan un acceso a la cultura abierto a todos, con un catálogo muy extenso en distintos idiomas; es una librería que nunca cierra y a la cual no hay ni que desplazarse. ¿Qué ofrecen, a cambio, las librerías? Una hermosa exposición de libros, muy agradable a la vista y al tacto, eso sí, con presentaciones de novelas y firmas ocasionales de autores. ¿Y qué más? Cuando se habla de proteger las librerías con dinero público, ¿es la cultura la que se protege o solo los privilegios de un sector desfasado? Francia no debe subvencionar las librerías. El dinero caído del cielo de manera regular no estimula la creatividad ni los nuevos proyectos, más bien incita a la inmovilidad cerebral. En algún momento se acabaron las máquinas de escribir y la gente compró ordenadores. Lo llamamos progreso. La característica más estable del mundo es que cambia constantemente. No debemos esconder la cabeza bajo el ala y aferrarnos a un pasado que va contra corriente. La digitalización en todos los ámbitos es nuestro presente. No sabemos lo que nos depara el futuro, pero seguro que estará lleno de cosas nuevas a las que también deberemos adaptarnos.

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