miércoles, 5 de febrero de 2014

Finanzas de hoy

A día de hoy nadie duda que las finanzas dominan la economía, de manera que la Bolsa se ha convertido en el eje del mundo y los bancos de inversión en gobernantes de los políticos. Suponiendo que la política quisiera (pudiera) poner freno a este sinsentido, su lentitud en la ejecución no sería operativa ante unos mercados que van a todo gas. Los actuales especuladores se dedican a derribar países, no empresas. ¿Y cómo se lo montan? Según el brocker y day-trader Josef Ajram, a finales del 2008 se les prohibió vender acciones que no tenían. Hasta entonces había sido una práctica habitual, siempre y cuando se cerraran las operaciones el mismo día. Es importante explicar que la compra y venta necesita de un intermediario financiero que cobra comisiones que ayudan a sostener una agencia de valores, entre otras. A raíz de esta prohibición se popularizó, entre muchos otros, un producto financiero (CDF) ya existente que permite comprar y vender, vender y comprar y, sobre todo, mantener las posiciones vendidas durante más de un día. Esta posibilidad facilita que los manipuladores del mercado puedan ganar cuando baja la Bolsa, lo cual crea miedo, miedo del que ellos se aprovechan. O sea que los especuladores crean miedo subiendo los CDF y este miedo hace que la renta variable sea inestable y baje de forma que sus posiciones bajistas en el activo que sea les permiten ganar mucho dinero. La única salida a este problema es política: prohibir vender acciones que no se tienen, siempre que la posición vendedora se arrastre más de un día. Si se quiere evitar un crac bolsista desde un punto de vista político se debe prohibir vender aquello que no se posee. El sistema necesita liquidez y necesita trading (comprar y vender varias veces en un día), pero no debe sostenerse una posición bajista más de unas horas. ¿Quién podría oponerse a ello? Los grandes especuladores, muchos de los cuales quisieran que la economía fuera fatal para sacarle provecho gracias a estas posiciones bajistas. (de La solución. El método Ajram)

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