miércoles, 14 de mayo de 2014

Investigando el bienestar en el siglo XXI

Cuando pensamos en el ritmo de nuestro día a día nos parece imposible conseguir una buena relación entre el cuerpo y la mente. Demasiados factores juegan en su contra: el estrés, la inseguridad, el miedo, las exigencias propias y ajenas, los horarios voluntarios o impuestos… Además, todos dicen que debemos ser felices a toda costa. Y nos esforzamos a ello; incluso visitamos el psicólogo si no conseguimos el preciado estado de bienestar. Y le preguntamos: “y eso, ¿cómo se hace?”
      Una de las claves es sentirse bien con uno mismo y estar tranquilo. Eso pasa por conocernos y aceptarnos (amarnos). Alrededor de los 4 años se empieza a forjar la autoestima, que debe ser realista y, por tanto, saludable. Me refiero a que, a veces, una alta autoestima es narcisista y destructiva. Otro punto a evitar es la ansiedad que, a diferencia del miedo, no tiene base real. En los animales el miedo sirve para avisar del peligro. En el ser humano se transforma hasta hacerle imaginar calamidades futuras e hipotéticas amenazas. Una ansiedad persistente nos convierte en personajes asustadizos y suspicaces, consume nuestra confianza y nos encierra en un mundo opresivo. La mente torturada avisa entonces al cuerpo en forma de enfermedades o problemas físicos. Es urgente hacerle caso, detenerse y reflexionar.
      Como médico creo que podemos hacer muchas cosas para evitar enfermedades, Una de ellas es pensar en positivo para facilitar estados de ánimo placenteros. Otra es la prevención. Dicen los cardiólogos que “si no tienes sobrepeso, no fumas, haces ejercicio físico, no eres diabético ni hipertenso, ni tienes el colesterol alto, las posibilidades de sufrir una ataque al corazón en los próximos diez años son prácticamente nulas. En cambio, tener tres o más factores de riesgo es nefasto para la salud”.
      Cada cual entiende la felicidad a su manera. Para mí es la consecuencia de un conocimiento profundo de uno mismo, de la paz espiritual, de llevar una vida sana, de sentirse incluido en la sociedad y ayudar a los demás. Y usted, ¿tiene una receta?




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