La historia creó una Europa del
este y otra occidental. La cultura de Mesopotamia entró en Europa por los
Balcanes. Sin embargo y a pesar de un reguero de cambios políticos, económicos
y culturales, los países del este son aún la otra Europa, la pariente pobre,
incomprendida e incómoda.
En todo ese extenso territorio el
denominador común es la extrema debilidad de las estructuras sociales, muy
insuficientes para enfrentarse a la opresión política. Si le añadimos el
estancamiento mental y económico y las migraciones, resulta un perfil nacional
poco definido, con sociedades que cohabitan a copia de tensiones y etnias que
sobreviven gracias a su fecundidad. Esta zona es todavía un polvorín de odios
raciales, reivindicaciones históricas desfasadas, un gran retraso económico y
una corrupción fuera de control.
En Ucrania el colapso de una deplorable
gestión gubernamental ha hecho estallar un buen número de pugnas (económicas,
sociales) y la confrontación de grandes intereses nacionales con ambiciones
personales y planes macro estratégicos de grandes potencias, como Rusia.
Ucrania occidental tiene mayor diversidad industrial, pero carece de un mercado
seguro como el ruso (sus productos no son vendibles a la UE, por calidad y
gustos); mira a occidente, pero es una estafa, no es verdad. El ingreso per
cápita de los ucranianos es de 3700€/año. El país necesita a Moscú para la
energía y las finanzas, y las ideas de grandeza de Putin pasan por Ucrania,
Bielorrusia y el Kazakhstan. Ucrania está pues ligada a Moscú, que la ayuda sólo
si acepta sus condiciones, pero sueña con la UE, que le reclama una reforma a
fondo de la administración pública y le impone un reajuste económico que la
hará agonizar durante décadas. De Guatemala a Guatepeor. La resolución del
conflicto es imprevisible en una zona donde las reglas del juego son las de la
jungla.
(extracto de una conferencia privada
del periodista de origen rumano Valentín Popescu)