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miércoles, 9 de julio de 2014

El califato del siglo XXI

Después de la Primera Guerra Mundial desaparecieron los imperios ruso, otomano y austrohúngaro. En oriente medio, las culturas turca, persa y árabe derivaron en Turquía, Persia y en veintidós estados árabes, algunos bajo dominio colonial; ninguno se ha convertido en un verdadero estado-nación. Así las cosas la nación árabe no tiene ninguna estructura común de referencia. Se hicieron diversos intentos para unificarla, como el panarabismo de Nasser o la creación de la República Árabe Unida (1958-1961). No hace mucho la población árabe, harta de autoritarismo y corrupción gubernamentales, se rebeló en la denominada “primavera árabe”, que solo se ha resuelto satisfactoriamente en Túnez, país de sociedad bastante homogénea y educada. Aún así en muchos sitios aquella primavera dejó una fractura generacional, con jóvenes que no se dejan manipular como sus padres.
      Al Baghdadi, líder del EIIS, Estado Islámico de Irak y Siria, ha decidido convertir este pedazo de tierra en un califato (con él de califa) parecido a los que siguieron a la época de Mahoma, como paso previo para reconquistar el mundo. ¿Qué supondría un califato? Sería un polo de atracción para yihadistas de todas partes; el control del territorio permitiría cobrar impuestos y vender los recursos; se podrían preparar los ataques en casa con total seguridad. No nos las tenemos ya con grupos terroristas que a menudo están a la greña, sino con una nueva era, una nueva generación. El EIIS podría hacerse muy fuerte: dispone de dinero, armas y militantes. (Javier Solana, La Vanguardia Dossier nº 52, pp.8-10).
      En Afganistán, como en muchas zonas de dominio talibán, se han bombardeado las escuelas públicas y se amenaza a las familias para impedir que lleven allí a sus hijos. Según un maestro entrevistado se les acusa de difundir los valores occidentales y se pretende centralizar la educación en las madrazas. Una maestra declaraba que se quiere impedir la alfabetización de las niñas y tener a los chicos bajo mano, educados solo en el Islam y entrenados para una eventual guerra santa. Un instructor de los seminarios islámicos exponía la necesidad de volver a las enseñanzas de Mahoma, o sea al siglo VIII. (France 24 TV-Infos-7/7/2014-edición del mediodía)
      Existen pues motivos suficientes para que Occidente extreme las precauciones en sus fronteras. Washington ya lo ha anunciado, pero no está solo. La UE, el Reino Unido, Canadá y Australia han tomado medidas contra el tránsito descontrolado de individuos que regresan a casa después de guerrear en sus países de origen (En Australia les ponen un chip). Muchos combatientes y terroristas viven en Occidente, que aún no ha desarrollado la legislación capaz de hacer frente a este nuevo reto global. De momento quienes viajen en avión, que se lo tomen con calma: las esperas en los controles de los aeropuertos van a parecerles interminables. 



miércoles, 21 de agosto de 2013

¿Qué pasa con Egipto?

Dos años atrás nos sorprendió la “primavera árabe”, un movimiento civil que impulsaría, probablemente, una necesaria evolución económico-social. Sin embargo los deseos de unos distaban de ser los de todos, provocando el enfrentamiento entre los hambrientos de cambio y quienes deseaban sumergirse en la rigidez religiosa propuesta por los Hermanos Musulmanes (HHMM). En este tiempo esta cofradía fundada en 1928 y vetada a intervalos regulares (por Nasser y otros), ha ido escalando puestos hasta colocar a sus hombres a la cabeza de países como Turquía, Libia, Túnez o Egipto. En algunos no ha tenido más remedio que aliarse con los laicos y simular moderación, aunque se la conozca como el brazo político del salafismo y el wahabismo, dos tendencias sunníes islamistas radicales. Los HHMM son populares porque le dan al pueblo las ayudas y servicios sociales que este no recibe del gobierno. A cambio, quieren implantar un estado islámico, apartar a las mujeres y a los no musulmanes de la vida pública y rechazar cualquier aportación occidental. En los países del norte de África y Oriente Próximo la intolerancia religiosa añade leña al fuego. La mayoría sunnita detesta las sectas chiítas de Irán, Irak, Siria, Bairéin o el sur del Líbano. En Siria el 15% alawita se encuentra ahora respaldado por el actual gobierno, pero en Egipto los coptos, seguidores de Teodoro II, son brutamente perseguidos tras aprobar este papa el golpe militar (ocho millones de coptos en vías de extinción). Cabe preguntarse cómo lograrán estos países una transición hacia la democracia, un paso que históricamente ha sido lento y doloroso, y que precisa nacer de una sociedad creadora de instituciones basadas en una mente abierta y libre. Eso le va muy grande, de momento, a tanto fanático analfabeto que se rige por leyes arcaicas, que no es capaz de respetar opiniones distintas a las suyas ni de discutir para llegar a consensos. En el caso de Egipto el camino adecuado no está en la dictadura militar ni en la clerical. El ejército es, por tradición, antidemocrático y pro EUA y, en este país, controla el 40% de la economía. Los HHMM, que resistirán aunque se les diezme, son fundadores de Al Qaeda y están acusados de alentar el terrorismo. Hoy por hoy Occidente parece impotente y los EUA llevan a debate la ayuda de los 1500 millones de dólares. Tal vez se cuestionen la importancia real de Egipto en la zona. En los 60 y los 70 El Cairo era el referente cultural e intelectual de los pueblos árabes y, militarmente, representaba una amenaza para Israel. Tras décadas de desmantelamiento del país por parte de generales corruptos y burócratas, no le queda nada que aportar al mundo ni nada que comprarle. Además, el poder militar egipcio es risible comparado con el de Israel. Otros actores de la zona son mucho más interesantes: Arabia Saudí, Qatar, Emiratos o Turquía. Tal vez los EUA prefieran invertir su dinero en países más útiles y en quienes puedan confiar más. Europa ya lo está haciendo, aunque muchos opinamos que el acercamiento interesado a países que se rigen por la sharia
es un error que vamos a pagar muy caro.