miércoles, 21 de agosto de 2013

¿Qué pasa con Egipto?

Dos años atrás nos sorprendió la “primavera árabe”, un movimiento civil que impulsaría, probablemente, una necesaria evolución económico-social. Sin embargo los deseos de unos distaban de ser los de todos, provocando el enfrentamiento entre los hambrientos de cambio y quienes deseaban sumergirse en la rigidez religiosa propuesta por los Hermanos Musulmanes (HHMM). En este tiempo esta cofradía fundada en 1928 y vetada a intervalos regulares (por Nasser y otros), ha ido escalando puestos hasta colocar a sus hombres a la cabeza de países como Turquía, Libia, Túnez o Egipto. En algunos no ha tenido más remedio que aliarse con los laicos y simular moderación, aunque se la conozca como el brazo político del salafismo y el wahabismo, dos tendencias sunníes islamistas radicales. Los HHMM son populares porque le dan al pueblo las ayudas y servicios sociales que este no recibe del gobierno. A cambio, quieren implantar un estado islámico, apartar a las mujeres y a los no musulmanes de la vida pública y rechazar cualquier aportación occidental. En los países del norte de África y Oriente Próximo la intolerancia religiosa añade leña al fuego. La mayoría sunnita detesta las sectas chiítas de Irán, Irak, Siria, Bairéin o el sur del Líbano. En Siria el 15% alawita se encuentra ahora respaldado por el actual gobierno, pero en Egipto los coptos, seguidores de Teodoro II, son brutamente perseguidos tras aprobar este papa el golpe militar (ocho millones de coptos en vías de extinción). Cabe preguntarse cómo lograrán estos países una transición hacia la democracia, un paso que históricamente ha sido lento y doloroso, y que precisa nacer de una sociedad creadora de instituciones basadas en una mente abierta y libre. Eso le va muy grande, de momento, a tanto fanático analfabeto que se rige por leyes arcaicas, que no es capaz de respetar opiniones distintas a las suyas ni de discutir para llegar a consensos. En el caso de Egipto el camino adecuado no está en la dictadura militar ni en la clerical. El ejército es, por tradición, antidemocrático y pro EUA y, en este país, controla el 40% de la economía. Los HHMM, que resistirán aunque se les diezme, son fundadores de Al Qaeda y están acusados de alentar el terrorismo. Hoy por hoy Occidente parece impotente y los EUA llevan a debate la ayuda de los 1500 millones de dólares. Tal vez se cuestionen la importancia real de Egipto en la zona. En los 60 y los 70 El Cairo era el referente cultural e intelectual de los pueblos árabes y, militarmente, representaba una amenaza para Israel. Tras décadas de desmantelamiento del país por parte de generales corruptos y burócratas, no le queda nada que aportar al mundo ni nada que comprarle. Además, el poder militar egipcio es risible comparado con el de Israel. Otros actores de la zona son mucho más interesantes: Arabia Saudí, Qatar, Emiratos o Turquía. Tal vez los EUA prefieran invertir su dinero en países más útiles y en quienes puedan confiar más. Europa ya lo está haciendo, aunque muchos opinamos que el acercamiento interesado a países que se rigen por la sharia
es un error que vamos a pagar muy caro.

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