miércoles, 12 de junio de 2013

La importancia de la corona en la crisis económica

Durante el siglo XVIII el absolutismo se reforzó en España. Había comenzado en 1492 con la unión de Castilla y Aragón, la caída del Reino de Granada y el descubrimiento de América. Siguió con el matrimonio de Juana la Loca con Felipe de Habsburgo y culminó en Carlos I, hijo de ambos y heredero de un imperio. El Nuevo Mundo aportó a la monarquía una gran riqueza (como caída del cielo). Aun así, cuando Felipe II accedió al trono el desgaste económico era manifiesto. Desde el inicio hubo errores: no se permitió el libre comercio con ninguna colonia, las instituciones eran extractivas (favorecían la monarquía y una reducida élite) i la realeza, borracha de oro, se embarcó en muchas guerras. Así la prosperidad económica del imperio español se redujo. Carlos I y, sobre todo, Felipe II fueron grandes deudores capaces de hundir familias enteras de banqueros a copia de impagados. Las Cortes no eran representativas de la mayoría y no podían imponer límites al absolutismo, que cada día necesitaba más y exigía más impuestos. Hubo tensiones hasta la disolución de Las Cortes en 1664. Mientras, Inglaterra se preparaba para la Revolución Industrial. El absolutismo cayó en 1688. Se crearon instituciones políticas pluralistas y económicas relativamente inclusivas, un Estado centralizado más eficaz y una burocracia impositiva moderna. En España la monarquía monopolizaba el comercio, no aseguraba los derechos de propiedad a los emprendedores, vendía cargos o los hacía hereditarios,cobraba impuestos agrícolas y cobraba por la inmunidad frente a la justicia. ¿Consecuencias? Inglaterra creció y se industrializó. España cayó en picado y nunca pudo recuperarse. Así nos va... Si alguien no lo entiende, que aprenda historia. Los patrones cambian muy despacio.

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